De la nota oficial publicada, podemos inferir que no hay posibilidad de demostrar nada.
Al otro día, la nueva declaración, ratifica lo etéreo y oscuro de la situación: No hay pruebas, ni testigos.
Todos piden cuentas del rosario de mentiras, oficiales, por cierto, que sobrepasa
largamente a las voces de la disidencia. Pero, lo más importante, hoy tenemos
un número inmortalizado de ellas: Una cubre a la otra y al final no sabemos nada.
Es bastante corriente que ciertas declaraciones, oficiales, sobre todo, las
destinadas a justificar hechos de dudoso origen, queden colgadas en el espacio
etéreo de la neblina de la mentira-verdad adornada con luces de colores. Existe,
además una enseñanza, destinada a preparar a quienes deben usar ese argumento de
tal forma que lo sepan construir de la mejor forma y sea lo más creíble, dadas
las circunstancias que viven, quienes están llamados a su elaboración y puesta
en escena.
Todos sabemos que en un mañana no muy lejano, alguien que se dio el trabajo,
guardó un documento, ocultó una prueba, dejó un testimonio bajo siete llaves que
desmiente fehacientemente la verdad oficial, tan pomposamente publicada en su minuto.
Ese documento, el de las verdades oficiales, por cierto, no será borrado de las páginas
de los libros de historia, más bien será un fiel testimonio de como mentes retorcidas
fueron capaces de desinformar a su pueblo en forma intencional-premedita sobre
situaciones que pudieron cambiar el curso de los acontecimientos vividos.
El argumento de los enemigos de nuestra patria, una banda de seres, perversamente
malos, es siempre un recurso válido y recurrente. Por cierto, las pruebas sobre
su existencia y la publicación de las mismas, quedan siempre postergadas para un mañana,
que por casualidad, nunca llega. Mientras tanto, todo lo sucedido, sin lugar a dudas:
lo malo, lo defectuoso, lo que debería estar en un lugar y no lo estuvo, la falta
de energía eléctrica y/o agua potable, etc.
Son ellos, los enemigos de nuestros valores, los únicos responsables. Por cierto,
nuestros valientes y eficientes funcionarios de gobierno, siempre dispuestos a trabajar
por el bienestar de nuestra nación, se encuentran trabajando las 24 por siete,
para encontrar a esa banda de enemigos, solucionar los entuertos y restituir los
servicios básicos afectados, y por cierto dar paz y seguridad a toda nuestra población.